Emocionado es la palabra que describe a este melillense. Nunca se imaginó que iban a invitarle a un homenaje de la Ciudad tras su jubilación, pero los más de 40 años trabajando por Melilla le hacen merecedor de unos minutos de protagonismo delante de su familia. Era exigente y estricto en el trabajo. Responsable con los que trabajaban con él y detallista con todas las cosas que tenía entre manos. Su familia asegura que siempre llegaba el primero al trabajo, pues se tomaba muy en serio sus responsabilidades y nunca estaba tranquilo hasta que no veía con sus ojos que las cosas estaban en su sitio y funcionaban bien. Fernando Ramos es este hombre trabajador que asegura que lleva más de 40 años luchando por llevar un salario a su casa. Ayer recibió una metopa del escudo de Melilla de las manos del presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, que le felicitó por este reconocimiento y le agradeció los años que ha dedicado a hacer una Melilla mejor para los ciudadanos. En este acto, estuvo su mujer, Paqui Gómez y su hija y su nieta más pequeñas.
Ramos comenzó a trabajar de joven, como muchos de los hombres de su edad. Era necesario colaborar en casa con algún sueldo y durante esos primeros años, estuvo en diferentes empresas. Luego, consiguió entrar en el Ayuntamiento formando parte de los Servicios Operativos de la Ciudad.
Es de los que ha visto los cambios políticos muy de cerca y ha comprobado cómo el paso del tiempo ha ido trasformando a la ciudad en lo que es ahora.
En los últimos 20 años ha sido oficial de mercado, es decir, era de los que se encargaban de que los comerciantes tuvieran sus licencias en regla, que los documentos de las mercancías estuvieran bien o que el pescado que entrara por las puertas contara con el certificado de los veterinarios.
Asegura que una de las cosas llamativas de su trabajo, si se echa la vista atrás, es la forma en la que han cambiado las ventas. Cuando comenzó en los mercados de abastos de Melilla, los comerciantes tenían balanzas de pesos y ahora tienen máquinas electrónicas en las que marcan tanto el precio de la compra como el peso de los productos.
Son muchas las anécdotas que ha vivido en este puesto de funcionario. Una vez, ayudando a descargar un camión, cayó rompiéndose varios huesos de la pierna. Como recuerdo de esta desagradable experiencia le quedan dos clavos que aún lleva insertados en su pierna.
Otra de las cosas curiosas que vivió, aunque esta fuera de su trabajo, fue que el alcalde le envió una carta de felicitación por ser un buen ciudadano. Esta historia comienza con un hecho trágico, un grupo de militares tuvo un accidente en la calle. Ramos encontró la cartera de uno de los fallecidos y la entregó a las autoridades y de ahí, que luego recibiera una carta firmada por el alcalde destacando su buen hacer. Esto fue el 13 de septiembre de 1977.
Del mercado a cuidar nietos
Este melillense estaba intranquilo hasta que no llegaba al mercado, aseguran sus familiares. Sus compañeros le respetabanmucho porque era muy estricto con las cosas del trabajo, aunque todos le adoraban porque a la vez es una de esas personas entrañables con las que se puede contar siempre.
Tiene muy buenos recuerdos de todos los mercados de abasto de la ciudad, aunque siente algo de preferencia por el que está frente a la Gota de Leche, pues intervino en las reformas de este edificio.
Fue en junio del pasado año, al cumplir los 65, cuando decidió que ya era hora de dejar de trabajar, que se merecía un descanso por tantos años de madrugones y de horas y horas de pie comprobando que todo está perfecto.
Una curiosidad es que su mujer tenía un puesto de carnicería en el mercado central, aunque no llegaron a trabajar muchos años juntos. Ella también es de esas mujeres trabajadoras que se han dejado la salud cuidando de la familia y del negocio. Desde joven se deslomaba para llevar un sueldo a casa y unos meses antes que su marido tuvo que jubilarse por problemas de salud.
Ahora los dos disfrutan del tiempo libre, de los paseos y de la vida sin muchas responsabilidades. Aunque no todo son ventajas. Sus hijos los utilizan de niñeras. Esto es muy común en estos tiempos y ellos no son una excepción. Fernando y Paqui tuvieron que llevarse ayer a Ainhoa, la nieta más pequeña, a este homenaje porque son los que se encargan de cuidarla hasta que llegan sus padres del trabajo. Aunque estaban encantados de que su nieta estuviera con ellos en este acto tan entrañable para la familia.
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