La magistrada titular del Juzgado de lo Penal número 2 de Melilla condenó ayer a un joven a catorce meses de prisión por ser el autor de cuatro delitos: dos contra la seguridad vial, otro de resistencia a la autoridad y uno de lesiones. Según consta en el escrito de acusación, al que ha podido acceder El Faro, el día de los hechos circuló de forma temeraria, sin carnet, desobedeciendo la orden de la Policía Local para que detuviera la conducción. El acusado se dio a la fuga y, tras colisionar con otro vehículo, trató de huir a pie de los agentes. Al ser alcanzado, pegó a uno de los policías.
Estos hechos tuvieron lugar el 11 de febrero de 2016, en torno a las 11:25 horas. Según se relata en el escrito acusatorio, agentes de la Policía Local observaron cómo el vehículo que el procesado conducía se introdujo a gran velocidad en la rotonda situada entre las calles Escultor Mustafa Arruf con Huerta Salama y se quedó parado tras realizar un trompo, con un giro de 180 grados.
Persecución por la ciudad
El encausado, al percatarse de la presencia policial, emprendió la huida a gran velocidad hacia la antigua carretera del aeropuerto. En ese momento, los agentes activaron las señales luminosas y acústicas del vehículo policial e iniciaeon una persecución por varias calles de Melilla. El joven tomó la carretera de Alfonso XIII, donde estuvo a punto de colisionar con otro turismo, el cual tuvo apartarse para evitar el choque. Luego, hizo caso omiso a una señal de ‘giro prohibido a la izquierda’ y, cuando estaba en la calle Donantes de Sangre, adelantó a varios coches por la izquierda.
“Al llegar al cruce con Altos de la Vía, inició el adelantamiento de los vehículos que estaban respetando el semáforo en rojo, haciendo que los coches que circulaban en sentido ascendente tuvieran que detenerse bruscamente para no colisionar con él”, continúa relatando el documento acusatorio.
El chico no desistió en su huida. No respetó el semáforo en rojo que regula el cruce con la calle Alférez Soriano y estuvo a punto de colisionar con un todoterreno que circulaba en sentido ascendente. Luego, se introdujo a gran velocidad en la rotonda que regula Altos de la Vía con General Pintos, girando a la izquierda, en sentido contrario al de la rotonda, haciéndolo durante bastantes metros en el carril contrario. Tampoco respetó la señal de ‘entrada prohibida’ al circular por la calle Jacinto Obal, por la que condujo en sentido contrario al estipulado.
Ya en la calle Regimiento de Málaga estuvo cerca de atropellar a un operario cuando este estaba pintando la calzada y tuvo que dar un salto para apartarse de la trayectoria del coche que conducía el encausado. Al volver a pasar por la calle Donantes de Sangre se subió a la acera para adelantar a los coches que estaban parados, mientras esperaban un semáforo en rojo.
Impacta con una furgoneta
Luego tomó la rotonda con salida a la calle Mar Mediterráneo, donde impactó con una furgoneta de color blanco que circulaba correctamente. Al chocar con esta, el procesado redujo considerablemente la velocidad, aunque volvió a pisar el acelerador al ver que el vehículo policial se acercaba, con el que impactó en su vértice delantero izquierdo. “Pese a ello, siguió la huida por las calles Julio Verne, Diego de Olea y Séneca, donde colisionó con otro vehículo que estaba estacionado”, describe la fiscal en su escrito .
Agresión al policía
Finalmente, el vehículo se quedó parado a la altura del cruce con la calle Cicerón, donde el conductor continuó la fuga a pie por varias calles hasta que la Policía Local le dio alcance en la calle El Arquero. Entonces, el procesado se abalanzó sobre el agente, lanzándole golpes con el puño cerrado, agarrándolo y cayendo ambos al suelo, donde continuó forcejeando y resistiéndose a la detención. Tras ser arrestado, confesó que no tenía permiso para conducir.
El joven, además de ser condenado a un año y dos meses de prisión, tendrá que indemnizar con 6.360 euros al policía agredido, que necesitó rehabilitación para recuperarse de las lesiones.
El encausado reconoce su culpa ante la magistrada
El joven acusado llegó a un acuerdo de conformidad con el Ministerio Fiscal, lo que pasaba por el reconocimiento de su culpabilidad. De esta manera, se le rebajó la pena solicitada, que inicialmente era superior a cinco años de prisión. Finalmente fue condenado a un año y dos meses de cárcel pero, al carecer de antecedentes penales, las partes no se opusieron a la suspensión de su ingreso. No obstante, el procesado no podrá cometer ningún delito en dos años. De lo contrario, se le revocaría la suspensión y sí tendría que cumplir la pena impuesta. Además de la indemnización al agente, tendrá que pagar una multa de 2.160 euros.
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